NUEVA TEMPORADA... ¿EVALUAMOS?

Domingo  /  11 de Agosto, 2024

Cuando termina un curso, proyecto, campeonato, temporada… lo habitual es analizarla, ver qué ha salido bien y en qué podemos progresar (incorporar, modificar, cambiar, eliminar, etc.) con el ánimo de mejorar el equipo y nivel profesional, en definitiva, crecer como personas.

Quiero pensar que su gran mayoría (directivos-as, dirigentes, entrenadores-as, monitores-as, jugadores-as, formadores-as, empleados-as…) evalúan el curso anterior. En principio a nivel individual y después de forma colectiva con su equipo de trabajo, para reforzar lo que funciona y buscar una solución a aquellos temas que no van adecuadamente o simplemente no los hemos realizado.

Resulta evidente entender que no hay que esperar al final de la temporada para analizar y evaluar aspectos que se pueden mejorar, se deben hacer cada semana. Pero en este texto quiero resaltar algunos puntos a tener en cuenta en las evaluaciones del equipo, aspectos a tener en cuenta al inicio y al final de cada curso.

Aunque es una praxis que debiéramos hacer todas las personas independientemente del sector donde el equipo realice el trabajo, voy a centrarme en el área deportiva.

La evaluación deportiva se define como la actividad sistemática y continua que tiene como objeto proporcionar la máxima información para mejorar el proceso a realizar, reajustando métodos y recursos, proporcionando y facilitando ayuda. En definitiva, orientando al (la) deportista y los entrenadores-as.

Es conveniente que se defina y evalúe el rendimiento de los-as deportistas en función de variables relevantes. En líneas generales, evaluar el progreso del (la) deportista en relación a su condición física, sus habilidades técnicas y su comportamiento táctico-estratégico. El conocimiento de todo esto nos permitirá detectar las posibilidades, limitaciones y necesidades de mejora de quienes componen el equipo.

Esta valoración debe realizarse tanto en situación de entrenamiento como de competición para que nos aporte la mayor información posible. Tendremos que detectar y seleccionar correctamente las variables más relevantes adaptándolas a las necesidades y prioridades de quien compite. 

Entonces, hay que evaluar en los entrenamientos y la competición el progreso general de los-as deportistas en todas sus áreas, como lo son la física, técnica, táctico-estratégica y psicológica o mental.

Pero también tenemos que evaluar la planificación del entrenamiento y la competición. El contenido integral del programa de entrenamientos, el rendimiento y resultado y, por supuesto, evaluar el-la deportista y entrenador-a.

Las valoraciones periódicas de la planificación nos permitirán examinar el proceso de entrenamiento, modificar elementos, ajustar volúmenes e intensidades, introducir nuevos contenidos e incluso cambiar o modificar objetivos si no producen el fin pretendido.

Debe realizarse una evaluación inicial, la cual nos permite conocer el punto de partida y saber si los objetivos se pueden cumplir o no. Evaluaciones periódicas, necesarias para remarcar o cambiar ciertas estrategias del proceso de planificación. Sirve para ajustar cargas, modificar objetivos, proponer ciertas ayudas ergogénicas fisiológicas y psicológicas concretas. Y por último estaría la evaluación final, donde comprobar si los objetivos se han cumplido o no y por qué. 

Ojo, en todo este apartado anterior, debemos saber diferenciar la valoración del rendimiento de la valoración del resultado, son cosas distintas.

No hay que identificar necesariamente resultado con rendimiento, puesto que un resultado negativo no tiene por qué ser consecuencia directa de una conducta negativa. Es un error utilizar la consecución de resultados como criterio único y principal para evaluar el rendimiento, puesto que en la mayor parte de los casos existen otras variables que pueden influir en dicho rendimiento.

En este apartado, puede resultar interesante establecer objetivos de rendimiento antes de participar en la competición, especificando criterios a cumplir y valorando después de la competición si se han conseguido.

En cuanto a los resultados, es conveniente diferenciar entre los resultados “intra-sujetos” (son los que el-la deportista obtiene consigo mismo-a) y los “inter-sujetos” (dependen de la competencia con otros-as deportistas).

En resumen, las interacciones de las variables de rendimiento: la táctica, técnica, condición física y el comportamiento psicológico, no son parcelas estancas. Todo lo contrario, cada una de ellas puede influir en el rendimiento de las otras, por lo que conviene considerar la posible interacción entre las distintas variables de rendimiento. 

Analicemos, planifiquemos y organicemos la temporada antes de empezar, tengamos claro qué aspectos tenemos que trabajar, de manera individual y colectiva, cómo lo vamos a realizar, con qué recursos contamos, qué objetivos nos planteamos y cómo vamos a medir y evaluar el grado de avance. Al final, veremos el resultado.

Recordemos que todo lo que no se evalúa (medir), no nos permite saber exactamente dónde estamos. Y si no sabemos con precisión dónde estamos, no podemos analizar, corregir, mejorar y avanzar. Te animo a que este año evalúes a tu equipo.