Viendo un partido de fútbol en categoría cadetes me llamaba la atención cómo uno de los entrenadores se dirigía a su equipo para transmitirles indicaciones. Tono de voz muy elevado, constantes movimientos con los brazos y citaba algún nombre a la vez que pateaba la hierba de su zona.
Vivimos en una sociedad cada vez más acelerada y exigente, lo que precisamente implica que se genere autoexigencia.
Hace varios meses se puso en contacto conmigo la madre de un deportista porque entendía que no veía bien a su hijo en la práctica deportiva que desarrolla, creía que podía rendir mucho más.
Cuando vemos a una persona con mucha carga de trabajo, acelerado-a, colgado-a del móvil, ordenador, reuniones… le preguntamos cómo le va y nos responde: “voy a tope, con mucho estrés”.