El aburrimiento es un estado emocional que todo ser humano tiene. No hay nadie que nunca se aburra, incluso aburrirse en determinados momentos es saludable porque, entre otras cosas, estimula la creatividad. El problema es cuando el aburrimiento pasa a ser crónico, porque si no lo controlamos puede convertirse en un estado mental peligroso e incluso dañar nuestra salud en conductas adictivas, poco saludables e inseguras.
Hay quienes tienen bastante bien controlada esta situación. Les gusta y se motivan con la realización de su actividad diaria (trabajo, estudios), practican con regularidad algún hobby, les gusta viajar, socializar con la familia, amistades… e incluso ocupan determinados espacios de tiempo con el aburrimiento. Dedicando un rato a no hacer nada para que nuestra mente pueda desconectar, descansar y crear.
Algunas personas, cuando están sin hacer nada, suele apoderarse de ellos-as la sensación de estar perdiendo el tiempo. Necesitan producir, saber que el tiempo está siendo fructífero y para ello es importante ver o sentir el resultado. Huyen del no hacer nada. Evitan ocupar el tiempo consigo mismos-as. Se sienten mal si no hacen nada.
Es un error, porque si puntalmente estamos aburridos-as, aunque parezca que es un rato desperdiciado, se trata de todo lo contrario, de una inversión para tener una mente fresca, despierta y creativa.
Cuando mantenemos la mente en calma en los momentos de aburrimiento, comienzan a activarse diferentes zonas cerebrales que juegan un papel importante en la creatividad, imaginación y planificación del futuro. Si no tenemos esos tiempos libres, no podríamos organizar unas vacaciones, un viaje, ni podríamos pensar en un nuevo proyecto o actividad a realizar.
Así como vemos que cierto grado de aburrimiento no es malo, sino todo lo contrario, el tema se complica cuando es constante, llamado Aburrimiento Crónico o Síndrome de Boreout. Para las personas que padecen esta situación, entienden su existencia como insulsa, vacía y sin sentido. Interpretan que las experiencias gratificantes de la vida han quedado detenidas. Por algún motivo, se les agota la novedad y el desafío, es decir, las emociones positivas de vivir ciertas experiencias.
Son términos diferentes de aplicación distinta. El Aburrimiento Crónico es una sensación de vacío constante que afecta nuestra calidad de vida y bienestar emocional. Es un estado emocional en el que una persona experimenta constantemente una sensación de desinterés y falta de motivación.
Mientras que el Síndrome de Boreout es una falta de motivación laboral profunda y continua que se experimenta en forma de aburrimiento. El término “Boreout” se deriva de la palabra inglesa “boredom”, que significa aburrimiento, combinada con la terminación “out” (estar fuera, apagado). Boreout se asocia con el aburrimiento y la falta de estímulo en el trabajo.
Conviene tener presente ambos términos (en nuestra vida y en el trabajo), porque si no les prestamos atención, cada vez se agudizan más y no se resuelven, pueden desembocar en depresión o ansiedad. Pero también puede afectar a la autoestima.
Cuando queremos dar un impulso a nuestras vidas, cambiar o alcanzar nuevos retos, proyectos, escenarios que mejoren precisamente nuestra autoestima, el aburrimiento es muy destructivo. Si nuestro cerebro no sabe muy bien qué hacer y está desocupado, tenderá a la respuesta inconsciente habitual, repitiendo los hábitos y rutinas de siempre.
Es conveniente tener diferentes tareas o actividades en las que ocuparnos para evitar el aburrimiento crónico. Cito algunas:
- Practica tu afición favorita (deporte, pintura, lectura, canto, baile, manualidades…)
- El ejercicio físico es fundamental.
- Queda con personas que te pongan de buen humor, con las que te rías, disfrutes y/o compartas cosas en común.
- Escribe algo con cierta rutina: BLOG, artículo, libro, un diario…
- Si tienes mascota, dedícale tiempo.
- Cocina, es un buen campo de acción (compra, preparación, elaboración).
- Prueba el yoga, la relajación, la práctica de la atención plena, la aceptación y la meditación.
- Entrena tu cerebro, la forma de pensar en diferentes contextos.
- Intenta pasear a diario, observando lo que ves, tus sensaciones, etc.
- Organízate un viaje.
- Ayuda a los-as demás (a nivel particular o a través de asociaciones).
- En el trabajo sal de la rutina, ponte nuevos retos, objetivos, aprende cosas nuevas, te ayudarán a disfrutar cada jornada.
Por último, tener presente que entre las actividades que podemos hacer hay dos categorías: pasivas y activas.
Las pasivas se caracterizan por su falta de desafío, de finalidad, por la poca motivación y monotonía. Son actividades que producen sensación de seguridad, pero muy poca satisfacción. Ejemplos como ver la televisión, dar una vuelta en coche…
Las activas son mucho más excitantes y gratificantes. Involucran a sus participantes, tanto física como mentalmente. Ejemplos como escribir, pintar, leer, hacer ejercicio, bailar, hacer un curso, actividad, voluntariado…
Con las activas obtenemos una sensación de logro y satisfacción mucho mayor.
¿Practicamos? Dejemos al aburrimiento el espacio que se merece.