EXCESO DE CONFIANZA

Domingo  /  13 de Octubre, 2024

Pedro Mª Zabalza, exentrenador de Osasuna, solía decir “si nos confiamos somos muy malos”. Era la forma de comentar que, si los jugadores en determinados momentos o partidos se relajaban o no se concentraban lo suficiente por un exceso de confianza, esto suponía que no jugaban un buen partido, el rival te pasaba por encima y en consecuencia no se conseguía un resultado positivo.

La confianza es creer que algo puede suceder y sucederá. Podemos confiar en que nuestro equipo ganará, que el autobús me llevará puntual al trabajo, etc. Otra cosa distinta es que el equipo gane o el autobús sea puntual.

Mientras que la autoconfianza es creer en mis capacidades generales: “soy un buen futbolista”. No la confundamos con la autoestima, esos juicios emocionales realizados sobre nosotros-as mismas, basados en lo que hemos experimentado en la vida: “soy una persona competente”.

Tampoco mezclar con la autovalía, esas creencias que tenemos sobre nuestra valía personal: “soy una buena persona”. Ni con la autoeficacia, la creencia de que podemos realizar a un nivel determinado una tarea concreta: “tengo la confianza suficiente (100%) en que puedo disfrutar jugando al fútbol y además hacerlo muy bien”.

Aunque son conceptos diferentes: autoconfianza, autoestima, autovalía y autoeficacia, todas ellas parten del grado de confianza que tengamos sobre nosotros y nosotras.

La autoconfianza no tiene nada que ver con lo que podemos o no podemos hacer, sino con lo que nosotros-as creemos que podemos o no podemos hacer. Una persona puede creerse capaz de aprobar una oposición, pero llegado el momento no la aprueba.

Cuando nos sentimos confiados-as, tenemos otra actitud mucho más positiva hacia nosotros-as mismas y nuestras capacidades. Pero cuando por el contrario no tenemos autoconfianza, todo lo vemos negativo y pensamos que nos saldrá mal. Y como va a salir mal, pues incluso decidimos no intentarlo. Buscamos argumentos negativos que confirmen que no merece la pena el esfuerzo porque no lo voy a conseguir. Tiramos la toalla.

Sin embargo, con confianza somos capaces de esforzarnos para superar las dificultades que tengamos, porque entendemos y pensamos que dichas dificultades van a existir, pero las vamos a superar.

En el deporte, el nivel de autoconfianza tiene influencia directa en el rendimiento deportivo de los-as atletas. Determina en gran medida que una situación potencialmente estresante sea percibida como una amenaza. Si la persona en cuestión tiene autoconfianza la afrontará como un reto alcanzable y si no la tiene le provocará estrés.

La autoconfianza contribuye a que el-la deportista pueda competir en su nivel de activación óptimo. Asimismo, durante la competición, es la clave para poder superar las dificultades que se puedan presentar y perseverar hasta el final aun cuando las cosas no vayan bien.

Sin embargo, la autoconfianza puede contribuir a que se produzca un déficit de activación (exceso de confianza) que no alcance el nivel óptimo y en consecuencia perjudique al rendimiento.

Sucede cuando la motivación por el desafío es baja y no proporciona activación positiva suficiente. Esta situación puede ocasionar que los-as deportistas descuiden la preparación o competición y no rindan como se espera. Es una situación que suele ocurrir con relativa frecuencia en competiciones ante adversarios que se consideran inferiores.

Casos en los que no existen ni la suficiente motivación ni el suficiente estrés, sino un exceso de relajación que propicia una activación baja por el exceso de confianza.

Y es en ese tipo de situaciones, como decía el bueno de Pedro Mari... “si nos confiamos…”