MEJORA CONTINUA

Domingo  /  21 de Junio, 2020

Quienes venimos del mundo de la empresa interiorizamos como algo natural el concepto de mejora continua, entendiendo dicho proceso como un conjunto de acciones dirigidas a obtener la mayor calidad posible de los productos, servicios y procesos. Esto se traduce en reducción de costes y tiempo, lo que nos hace ser más competitivos-as, responder a las exigencias de los-as clientes y, en consecuencia, crecer como organización. 

La mejora puede ser en diferentes aspectos: optimización del diseño del producto, reducción de costes, ajustar la cadena de suministro, aumento de la productividad, disminuir la merma, minimizar los errores, reducir inventarios… a través de varios y diferentes procesos: TPM, SMED, AMFE, Kanban, Jidoka, Just in time, Poka-Yoke, Six Sigma, Kaizen, 5S, Lean…

Cada proceso tiene su campo de actuación, pero todos deben tener aspectos en común. Como son: 

• Analizar el punto en el que nos encontramos.

• Definir las acciones a mejorar (objetivos).

• Realizar dichas acciones.

• Verificar y analizar los resultados.

• Asegurar la permanencia de los mismos.

Pensando, como concepto, que todo es mejorable. Incluso hay empresas que tienen un departamento de mejora continua dentro de su estructura.

Esta forma de pensar y actuar no es exclusividad del cosmos empresarial, es un método exportable a cualquier ámbito de la vida, donde poder aplicar en temas personales, trabajos de cualquier sector, diferentes áreas como por ejemplo educación, sanidad, deporte… Se trata de elegir la excelencia como camino a realizar. Nos equivocaremos, fallaremos, acertaremos… sea cual sea el resultado, pensemos que se puede disfrutar y progresar. No se trata de buscar culpables o penalizar, se trata de mejorar y optimizar, porque eso nos hará crecer. Cualquier resultado ha de disfrutarse en cada momento, después vendrá la reflexión, el análisis, los puntos de mejora, cómo hacerlo, recursos necesarios, tiempos de implantación, verificar que hemos acertado con los cambios o modificaciones y comprobar que esos cambios mejoran lo anterior.

Esta actitud es una motivación permanente, convertimos el proceso de mejora en sueños y objetivos, los cuales nos estimulan y movilizan para aprender, entrenar, preparándonos de la mejor manera para el nuevo reto. Supone una transformación personal donde elegimos andar el trayecto de la excelencia cotidiana a través de nuevas experiencias y aprendizajes, un crecimiento constante sin pausa que nos lleve a nuestra mejor versión, tanto del trabajo o actividad que realicemos como de nosotros-as mismos.

Nosotros-as también somos objeto de mejora. Preguntas como ¿qué puedo mejorar?, ¿qué necesito cambiar? Deben formar parte en nuestras dinámicas diarias. Si no hacemos algo diferente o simplemente nos mantenemos haciendo siempre lo mismo, nos quedamos estancados, lo cual significa que estamos retrocediendo. Al igual que es muy importante verificar lo que hacemos para tratar de mejorar, es vital escuchar las críticas, saber encajarlas, porque nos darán pistas de por dónde empieza el proceso de mejora.