MIEDO A EQUIVOCARME

Domingo  /  25 de Octubre, 2020

Es evidente que la práctica deportiva es muy importante en la vida de los-as jóvenes, puesto que les ayuda a crecer de una manera sana. Sirve también como punto de encuentro, relacionarse e incluso hacer los primeros amigos-as. Poco a poco mejoran su condición física, aprenden la técnica e incorporan la táctica para sacar mayor rendimiento a la práctica que desarrollan. 

Todo va bien hasta que aparece el error, el fallo. Fallar forma parte del aprendizaje y crecimiento, pero desgraciadamente no lo enseñamos como tal. La mayor parte de las veces enseñamos a competir, ganar, pero no a errar o perder, esta circunstancia no suele incorporarse en el proceso de aprendizaje en determinados perfiles de entrenadores-as. Pensemos que, si no tratamos de una manera adecuada el fallo, esto puede tener consecuencias adversas en los-as deportistas, llegando incluso a penalizar su autoestima y/o autoconfianza. En lugar de crecer, estamos recortando su formación, puesto que ante el miedo a equivocarse optará por no arriesgar, por no poner en práctica ese aspecto que no termina de dominar. En definitiva, no le permitimos avanzar y, sobre todo, disfrutar.

Cuando un entrenador-a corrige algo, no significa que tenga que enfadarse ni hacer sentirse mal al-la joven deportista, simplemente se trata de trasladarle una opción de cambio que implique mejora en dicho ejercicio concreto. Quien piense que con la desinhibición verbal: gritar, ofender… consigue algo, es que simplemente son ellos-as los que están cometiendo el error a la hora de dirigirse a la persona. No podemos basar el aprendizaje en la agresividad y la debilidad, porque en este escenario nuestro-a joven deportista se sentirá inútil, y ante la idea de poder volver a meter la pata y ser nuevamente humillado-a, se quedará bloqueado-a y esta situación le impedirá jugar con la suficiente libertad de quien puede equivocarse. Tenemos que convencer, y se convence con un buen argumento, no con un grito. Si queremos producir un cambio en el chaval-a para que pueda corregir el error, tendremos que generarle deseo y convencimiento.

La actuación del entrenador-a, como líder del vestuario, es clave. Debe ayudar a los-as deportistas a reducir la presión que ellos-as mismos se ponen cuando algo no les sale bien, influyendo favorablemente de manera positiva en la corrección del error y trasladando la confianza suficiente para que lo siga intentando. Evitando añadir más presión en la comunicación sin recriminarlo ante el resto del equipo.

Pero no solo son los entrenadores-as quienes participan en todo esto, los padres y madres también juegan un papel importante. Algunos-as trasladan a sus hijos-as las expectativas que ellos-as mismos-as no han sido capaces de alcanzar, consiguiendo precisamente la reacción contraria, que los chavales-as se sientan presionados, no fluyan y fallen. En este sentido es importante celebrar reuniones periódicas con los padres y madres, transmitiéndoles el plan a realizar, así como sugerencias que ayuden a mejorar su comportamiento. De esta forma estos (padres/madres) pasan a ser una ayuda para el entrenador-a en el proceso formativo de los-as deportistas.

“Si quieres crecer, debes superar cualquier temor que tengas de cometer errores”. 

                                                                                          John C. Maxwell