DESARROLLO DE CREENCIAS

Domingo  /  23 de Mayo, 2021

Cuando un-a coach acompaña a un-a coachee (en mi caso deportista) a conseguir el objetivo definido a través de la elaboración de un plan de acción, con retroalimentación positiva y aprendiendo de dicho proceso, a este tipo de coaching lo llamamos conductual o de bucle simple, porque representa un cambio simple.

Sin embargo, si el-la coachee duda de su capacidad para alcanzar dicho objetivo, el-la coach deberá trabajar sus creencias.  En este escenario, el coaching que trabaja las creencias es más potente, porque además de resolver el problema cambia la forma de pensar que constituía el origen del mismo. Este modelo lo denominamos coaching de doble bucle, llamado también aprendizaje generativo porque nos permite generar un nuevo aprendizaje.

Este proceso trabaja las Creencias “limitantes” del (la) coachee para que tome consciencia de ellas y a través de un proceso las transforme y convierta en Creencias “potenciadoras”. Las Creencias Limitantes nos restan energía e incapacitan para afrontar determinadas situaciones, mientras que las Creencias Potenciadoras nos aumentan confianza en nosotros mismos-as y nuestras capacidades, permitiéndonos afrontar con éxito diferentes situaciones con las que nos encontremos.

Y… ¿Qué es una Creencia? La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define a la creencia como el firme asentimiento y conformidad con algo. La creencia es la idea que se considera verdadera y a la que se da crédito como cierta sin suficiente fundamento.

Las creencias son generalidades que hacemos de todo lo que nos rodea y las convertimos en reglas por las cuales funcionamos. Actuamos como si fueran únicas y verdaderas. En definitiva, creer y dar por cierto algo, aunque no tengamos pruebas de ello. 

Se van instalando en nuestro mapa mental desde que nacemos hasta los 7/8 años de edad. Se graban en nuestra amígdala (especializada en procesos emocionales) la cual guarda los recuerdos que más impacto emocional tuvieron en nuestra vida (es como un depósito de la memoria emocional). La creencia se mueve desde el subconsciente, a través de la convicción que tomamos como cierta, derivada fundamentalmente de la cultura, la experiencia y el modelado de las personas que nos han influido en nuestra infancia: padres/madres, profesores-as, entrenadores-as…

De esta manera, cuando alguien piensa (cree) que no sabe hacer algo bien, dichas creencias (no tengo los recursos necesarios, no sé cómo hacerlo, me resulta imposible conseguirlo, no estoy hecho para eso, jamás lo lograré…) provocan inseguridad. Sin embargo, si cree que puede hacerlo (soy capaz de conseguir lo que me proponga, dispongo de las habilidades necesarias, llevo tiempo preparando esta oportunidad, será muy positivo para mí alcanzar el objetivo…) sus sensaciones serán de seguridad, confianza y autoestima.

En el rendimiento deportivo, área que nos ocupa, las creencias son clave. Cuando no creemos que somos lo suficientemente virtuosos-as y en consecuencia vamos a fallar, nuestro pensamiento empieza a trabajar y, para ser coherentes con nosotros mismos-as, nos comportamos tal y como pensamos, errando. Por ello, la diferencia entre tener creencias potenciadoras o limitadoras puede hacer aumentar o disminuir el rendimiento del (la) deportista. 

Las creencias pueden influir en el comportamiento de los-as deportistas en diferentes aspectos, como por ejemplo no esforzándose lo suficiente en los entrenamientos y competiciones, estando desconcentrado-a, perdiendo partidos/carreras/eventos que debería ganar… Y, además, suelen tener numerosos excusas y personas a las que culpabilizar cuando las cosas no les sale como desean. Como señalaba Lewis Hamilton en una reciente entrevista: “Siempre hay una excusa cuando el que gana es otro”

Estos-as deportistas si no eliminan estas creencias limitadoras pueden tener un efecto negativo sobre sí mismos-as y sus equipos.