SALUD MENTAL

Domingo  /  15 de Agosto, 2021

El pasado 27-julio la gimnasta artística estadounidense Simone Arianne Biles, conocida como Simone Biles, confirmaba en las olimpiadas de Tokio que dejaba la final de gimnasia por problemas mentales.

“Estoy lidiando contra todos esos demonios”; declaraba. A lo que añadía: “Desde que entro a escena, estoy yo sola con mi cabeza, tratando con demonios en mi cabeza. Debo hacer lo que es bueno para mí y concentrarme en mi salud mental y no comprometer mi salud y mi bienestar”.

Tras su brillante actuación en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, donde ganó 5 medallas (4 de oro y 1 bronce) con tan solo 19 años, buena parte de las miradas de Tokio estaban puestas en las expectativas de esta deportista, la cual ha revolucionado el mundo de la gimnasia artística.

Un fallo en un salto de la final por equipos de gimnasia artística le dio pie a intensificar su estado de ansiedad que no consiguió dominar y provocó su retirada de la gimnasia en la cita olímpica japonesa. Pocos días más tarde, el 3-agosto, retornó a la competencia en dichos juegos y logró la medalla de bronce en la prueba: barra de equilibrio femenino.

El caso de Simone inunda los medios por la repercusión que tiene a nivel internacional una deportista de su categoría, pero es una situación que se produce con relativa frecuencia en el deporte, no solo en profesionales sino en cualquier categoría y disciplina. Tenemos que entenderlo y trabajarlo con naturalidad, como ocurre con los aspectos técnicos, físicos o tácticos. 

¡Gracias Simone por tu enorme nivel de generosidad, responsabilidad y humildad al actuar así!

Algunos equipos profesionales (da igual la disciplina) cuentan en su organización con departamentos que entrenan de manera regular los aspectos mentales. Aunque hemos avanzado en la materia, demasiados clubes o equipos siguen sin tener estos recursos y en consecuencia entrenar diferentes asuntos como la motivación, cohesión, gestión emocional, estrés, ansiedad…

En equipos que no son profesionales donde jóvenes deportistas optan por la práctica deportiva como fase y herramienta de crecimiento personal, la situación es más compleja. Vemos como por ejemplo estos-as deportistas de corta edad son sometidos a una presión injustificada, dominada por conseguir la meta de resultado y dejando de lado la mejora de su proceso de crecimiento y desarrollo, tanto individual como colectivo. 

Estamos generando desde muy temprana edad un escenario poco saludable, además, en la mayoría de los casos, dicha presión no se entrena mentalmente. El niño-a está sometido-a a un estrés constante en entrenos, partidos, resultados… 

Evidentemente hay clubes y entrenadores-as que sí manejan estas situaciones de otra manera, empezando por no priorizar los objetivos de resultado, centrándose en divertirse, conformar y saber trabajar en equipo, poner el foco en el proceso, en la mejora, en los valores como el respeto, amistad, cooperación, cohesión, convivencia, responsabilidad, etc.

Esto no significa no competir. Todos-as sabemos que el resultado forma parte de cualquier competición deportiva. La clave está en dos cuestiones:

• ¿Lo hacemos a cualquier precio?

• ¿Entrenamos para que los-as deportistas estén preparados-as mentalmente para ello?

Cito el ejemplo de nuestros-as jóvenes deportistas, pero esta situación es perfectamente trasladable a los que no son tan jóvenes-as, así como otros escenarios alejados del deporte. Existen numerosos casos Simone y buena parte de ellos no se trabajan. Lo que me lleva a la siguiente reflexión: ¿tenemos bien orientado el modelo deportivo en cada etapa?