EMPATÍA

Domingo  /  30 de Enero, 2022

En el artículo anterior hablaba de la "Curiosidad". La curiosidad, entre otras cosas, implica explorar el modo de comprender otras perspectivas sobre cualquier tema que nos interese, lo que supone desarrollar una de las competencias más importantes de la inteligencia emocional, la “Empatía”.

La palabra empatía viene del término griego “empatheia” que significa “dentro de él” y “lo que se siente” (dentro y sentir). La mayor parte de las personas no escuchan con la intención de comprender, sino para responder, contestar a la otra persona.

La empatía es una actitud que nos lleva a captar y comprender el mundo de otra persona, siendo conscientes de nuestro propio mundo interno. Dicho de otro modo, podemos definirla como la capacidad de ser sensible, comprender los pensamientos, sentimientos y experiencias de otras personas, qué significado producen en ellas y, de este modo, ser nosotros-as capaces de reaccionar emocionalmente a ello.

Tener empatía no significa estar de acuerdo con un individuo-a en concreto, sino utilizar esta habilidad básica para favorecer un óptimo desarrollo emocional y unas correctas relaciones interpersonales. La clave de la verdadera empatía reside en entender cómo se siente la otra persona, no en sentir lo mismo que siente. Es el arte de mirar desde el punto de vista de comprender. No resulta una labor sencilla de aplicar.

FASES DE LA EMPATÍA

1. Fase de identificación. La persona que quiere ayudar (ayudante) empatiza. El-la ayudante penetra en el campo del otro-a. La experiencia que este-a vive no le deja indiferente, más bien le acapara, le conmueve y le envuelve. Hasta llegar a sentir: “Verdaderamente yo, si estuviese en su situación, podría reaccionar del mismo modo, actuar como él-ella lo hace”.

2. Fase de incorporación. La vibración común en la dificultad. Lo que el otro-a dice me afecta, me repercute internamente: “yo también ahora, mientras intento comprenderte, siento…”

3. Fase de repercusión. Quien ayuda, experimenta en sí mismo-a sus propios pozos. La experiencia del también yo: “yo mismo-a he experimentado cosas semejantes, comparables, lo que el-ella pasa no me es ajeno. Yo también tengo pozos en mi vida”.

4. Fase de separación. Cada uno-a sale con sus recursos. Llega el momento de retirarse de la implicación y recurrir a la razón. Debe aprender a utilizar sus recursos, no puedo ayudarle a salir, solo puedo apoyarle para que salga. Tiene que subir la escalera (utilizar sus recursos) con sus fuerzas, si se lo hago yo, no aprende a salir, no lo incorpora. Restablecer la distancia psicológica y afectiva es necesario para poder ayudar.

En ocasiones, estamos con otra persona que nos está comentando su situación y pensamos que sabemos cómo se siente por experiencias similares que hemos tenido. Seguramente habremos pasado por la misma experiencia, pero la empatía significa comprender la experiencia única y subjetiva de la otra persona. Cada cual puede pensar o sentir de forma diferente a la nuestra una situación que en principio es similar.

Para ser una persona empática, debemos mostrar al otro individuo-a que tenemos en cuenta sus necesidades y emociones. En su práctica, desarrollaremos las siguientes anotaciones:

  • Escuchar activamente a las personas (oír + comprender + reformular).
  • Interesarnos de verdad por las personas (con nuestro comportamiento, nuestras emociones positivas).
  • Formular frases y afirmaciones (“te comprendo”, “te entiendo” …)
  • Expresar gestos no verbales (manos, brazos, ojos, distancia social cercana) de apoyo (compresión, ánimo, valoración positiva…)
  • Centrarnos en la otra persona (implica descentrarnos de uno mismo-a y nuestros problemas).

La empatía se centra en lo que la otra persona vive, en lo que realmente comunica con su lenguaje verbal y no verbal, en su experiencia. Todo esto supone ir más allá de lo que dice.

Termino señalando que la empatía es una capacidad natural con la que nacemos. Al ser una predisposición y una actitud, podemos entrenarla y mejorarla. Os invito a intentarlo.