LA NEUROPLASTICIDAD EN EL APRENDIZAJE

Domingo  /  07 de Agosto, 2022

Hace pocas semanas leía una interesante información sobre un señor (Luis Martín) que había aprobado el bachillerato con 87 años (si pinchan en el nombre, Luis Martín, la encontrarán). 

Durante mucho tiempo se pensaba que el cerebro era un órgano estático y que muchas de sus características heredadas eran inamovibles. Creíamos que el sistema nervioso central (SNC), una vez finalizado el desarrollo embrionario, se volvía una entidad terminada y definitiva, que cambiaba únicamente a raíz de una lesión o por degeneración, además de no tener capacidad para repararse.

Afortunadamente la neurociencia descubrió hace tiempo que todos-as podemos hacer cambios en nuestros circuitos cerebrales y armar, a cualquier edad, nuevos recorridos que nos permitan aprender y cambiar. Reconozco que no lo sabía, y cuando empecé a estudiar Neurociencia, no daba (doy) crédito al apasionante y complejo mundo del cerebro. 

La parte más desarrollada y compleja de todo el sistema nervioso es el cerebro. Su complejidad se debe a que, por lo general, tarda aproximadamente en torno a 25 años en alcanzar su máximo desarrollo y madurez. A partir de ese momento las funciones, de forma paulatina, se van deteriorando. Es decir, el cerebro evoluciona para involucionar con el paso del tiempo. Pero no nos alarmemos, un estilo de vida saludable y generar rutinas positivas nos pueden ayudar a retrasar el envejecimiento cerebral.

Es cuestión de atrevernos a cambiar, construir la vida y los sueños que queremos desarrollar. Nuestra mente tiene la capacidad de crearse y recrearse, de cambiar el cerebro, el cual evoluciona cuando está motivado y aprende, más aún, si se hace disfrutando. Aquí, entre otros elementos, entra en juego la plasticidad cerebral o neuroplasticidad. 

Cuando voluntariamente hacemos algo nuevo, distinto y lo repetimos, armamos un nuevo circuito cerebral gracias a nuestra neuroplasticidad: capacidad de cambio, adaptación y aprendizaje que tiene el cerebro. El cerebro no es un órgano estático, sino al contrario, es un órgano adaptable que cambia cada vez que tenemos una experiencia o un nuevo aprendizaje. Es moldeable, de ahí viene la expresión “plasticidad” cerebral. 

Sabemos que los niños-as tienen una gran capacidad para aprender o memorizar. Una habilidad superior a la de los adultos-as y, a medida que crecemos, esta capacidad disminuye. Pero la creación de nuevas neuronas continúa cuando somos ancianos-as. Es falso cuando decimos que nacemos con un determinado número de neuronas y con los años las vamos perdiendo. Evidentemente existe un descenso en la neuroplasticidad, pero nuestro cerebro sigue siendo moldeable.

Proponernos retos y estimularnos con nuevos aprendizajes, favorecerá la memoria, además de ejercitar el cerebro gracias a nuestra neuroplasticidad, creando nuevas conexiones y circuitos cerebrales. Enfrentarse cada día a nuevos retos y experiencias es la mejor forma de aprender porque ponemos nuestro cerebro a prueba constantemente.

El mejor conductor para el cambio neuroplástico es el comportamiento. Aumentar la dificultad, el esfuerzo durante cualquier práctica, nos conduce tanto a un aprendizaje como a un mayor cambio estructural en el cerebro. Sabiendo que no hay un modelo para todos-as en el aprendizaje, no hay una receta para aprender. Cada persona debiera tener un proceso personalizado de aprendizaje, como cuando vamos el médico de cabecera, cada individuo-a tiene un trato personalizado aun con la misma causa.

Estudiemos cómo y qué aprendemos mejor. Repitamos esos comportamientos que son saludables para nuestro cerebro y rompamos los comportamientos y hábitos que no lo son, practiquemos. El aprendizaje se basa en hacer el trabajo que el cerebro necesita.

Nosotros-as y el cerebro plástico somos moldeados por el mundo que nos rodea. Todo lo que hacemos, todo lo que nos encontramos y todo lo que experimentamos cambia nuestro cerebro. Y eso puede ser para mejor o peor. 

El cerebro es como un conjunto de carreteras por donde transitan los pensamientos y acciones que realizamos. Tenemos que estimular al cerebro generando actividad para que no se vaya apagando. Eso es lo que hace Luís, ejercita su cerebro a través de la plasticidad cerebral y el aprendizaje con un estado de motivación envidiable. Un ejemplo a seguir.

Como decía Ramón y Cajal: “Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro”.