DIVERTIRSE

Domingo  /  20 de Noviembre, 2022

En una reciente entrevista con un joven deportista en proceso de formación, le preguntaba qué priorizaba, ganar o divertirse. Sin dudarlo me respondió ganar. ¿Por qué? Interpelaba. Me explicaba que quería ser profesional, que su familia había apostada por él y no podía fallar.

La mayoría de los-as jóvenes deportistas no llegan a ser profesionales, pero, sin embargo, sí que pueden beneficiarse de su paso por la práctica deportiva. De esta manera, el deporte contribuye a ser una sociedad mejor, formando a mujeres y hombres para enfrentarse a la vida con eficacia, salud y espíritu tolerante a la vez que solidario.

El deporte en los niños-as y adolescentes también puede contribuir a formar futuros entrenadores-as, árbitros-as, directivos-as, expertos-as en las ciencias del deporte, espectadores-as… Si la experiencia de estos-as deportistas ha sido favorable en su práctica, estarán animados-as a seguir vinculados-as al deporte.

Uno de los aspectos más destacados del deporte en los-as más jóvenes, debe ser el desarrollo de los valores como persona. Cito algunos:

Se trata de ser…

  • Una persona honesta que se rige por un código ético, acepta y respeta las normas.
  • Respetuoso-a con el resto: compañeros-as, rivales, árbitros-as, entrenadores-as… aunque sean diferentes, tengan otros objetivos o simplemente no se esté de acuerdo con ellos-as.
  • Tolerante, solidario-a y generoso-a con otras personas, aceptando sus debilidades, errores y ayudando a quien lo necesite.
  • Adecuado para interactuar y trabajar en equipo.
  • Capaz para asumir responsabilidades individuales y cumplir eficazmente con los compromisos adquiridos con otras personas, así como consigo mismo-a.
  • Exigente con uno mismo-a, aceptando las limitaciones y trabajar para superarse.
  • Perseverante, aprendiendo a ser constante en la adversidad.
  • Comprensivo, aceptando equilibradamente los éxitos y fracasos, aprendiendo de ambas experiencias.

Pero, sobre todo, estos-as jóvenes deportistas tienen que divertirse, es el primer objetivo que deben plantearse. Si no se divierten, no llegarán a cumplir sus objetivos por mucho interés, dedicación y esfuerzo que empleen en ello. Coyunturalmente quizás puedan conseguir los resultados que persiguen, a medio plazo “estallarán”.

Evidentemente el interés por el deporte, la actividad física y lúdica que su práctica proporciona, la interacción y competición con otros-as deportistas, la disciplina, el compromiso, los valores que mencionaba, etc. debemos tenerlos en cuenta, porque también son necesarios. Pero si no se cimentan sobre una base de alegría, de pasarlo bien, disfrutar, no conseguiremos guiar por la senda adecuada a estos-as deportistas. 

El entrenador-a y educador-a juega un papel destacado en la formación de estos-as deportistas, al igual que los padres y madres. Si desde casa, consciente o inconscientemente, añadimos esa presión innecesaria en los hijos-as haciéndoles ver que deben ser profesionales, les estaremos haciendo un flaco favor. Tenemos que modificar esa idea de ganar, ser profesionales… por la de divertirse y disfrutar manteniendo vivo el sentido competitivo y la mejora.

Debemos favorecer el autoconocimiento de estos-as deportistas para mejorar su autoestima y autoconfianza, reforzar sus creencias, sus decisiones, orientar las lecciones de la derrota y acompañarles para entender el deporte como un camino para desarrollar las habilidades sociales: hablar delante del resto de compañeros-as, practicar la asertividad, la escucha activa, empatía, etc. 

Los padres/madres son piezas clave en este tablero de juego cuando ayudan a sus hijos-as a competir, a ganar, perder, encontrar su rol dentro del equipo, no bajar los brazos… desde la alegría, divirtiéndose. No alimentemos unas expectativas poco realistas que lo único que consiguen es generar en los chicos-as una presión innecesaria.